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Cuando las dietas no funcionan

Empieza la época de las prisas por perder peso, y más este año que nos han cambiado el Carnaval de fecha.

A pesar de que hay muchísimos factores que pueden influenciar en la pérdida de grasa, hay una premisa que no debe fallar. Si este no está, no hay pérdida. El déficit calórico. Hay que gastar más de lo que se consume.

El problema es que centramos el foco más en el consumo que en el gasto. Con una actividad prácticamente nula, vamos quitando calorías en nuestro día a día. Al principio funciona, pero hay un momento que la cosa se estanca. Comes igual que antes, pero no hay disminución de peso.

Esto es frustrante ya que te privas de comer cosas que te apetecen (y cada vez estas cosas te apetecen más y más) excepto algún día, pero no ves resultados. Empiezas a tener la sensación de que tienes más hambre que antes. Sólo que no es una sensación, es que tu cuerpo está respondiendo a esa restricción excesiva de calorías. El cuerpo no es tonto y quiere sobrevivir, por lo que si tú no le das energía se va a poner en modo ahorro para no gastar mucho. Yo le llamo gasto energético de seta. Por lo tanto, la restricción calórica sí, pero no lo único.

El gasto energético es el resultado de la suma del Gasto Energético en Reposo, del efecto termogénico de los alimentos y del factor de actividad.

Dentro del factor de actividad encontramos la actividad física que realizamos durante todo el día, lo que comúnmente se llama NEAT y el ejercicio físico como tal. El ejercicio físico es aquel que programamos en un cierto tiempo con una cierta intensidad. Es decir, cuando vamos a entrenamiento funcional, padel, gimnasio, correr… Suele ser una hora o dos al día y 2 o 3 veces por semana. El NEAT es todo lo que nos movemos durante el día sin contar el ejercicio: el tipo de trabajo, si vamos a los sitios a pie o en coche, si subimos en ascensor, si en fin de semana solemos hacer actividades… Aquí viene el quid de la cuestión.

Tú puedes entrenar, pero a la vez ser sedentario; y al revés, no entrenar, pero sí ser muy activo en el día a día. Muchas veces pensamos que por el simple hecho de entrenar dos o tres veces a la semana ya es suficiente o tenemos un gasto energético muy alto y no es así porque al final son 3 horas de 168 (si contamos a la semana). Por lo tanto, mover el esqueleto será muy importante.

El efecto termogénico de los alimentos cuenta lo que le cuesta al cuerpo “quemar” los alimentos. Por eso, aunque el consumo de verduras es necesario y primordial, no debe ser lo único que comamos. Los alimentos ricos en proteínas necesitan de mucha más energía, además de que nos saciarán más. Interesante el aporte de proteínas en la mayoría de las comidas.