J. Francisco Sanz Vidal, “Kiko”, nació en Vinaròs en 1964. Hijo de Juanito y Teresa. Tiene un hermano mayor, Sebastián. De niño se crió en el barrio marinero de la calle San José. Luego se cambiaron la recientemente abierta y colindante calle A. Bono. Va a la escuela del Pósito junto a otros chavalines, también hijos de pescadores. Después pasa a los colegios la Misericordia y la Asunción, para terminar la etapa estudiantil durante un año al instituto L. Querol.
Los juegos de chaval eran los típicos de la barriada marinera donde vivía: pillar cangrejos en la banqueta portuaria, jugar a churro, a terreno, etc. Y a los improvisados partidillos futbolísticos en la playa durante el recreo escolar o en la explanada de la plaza 1º de Mayo.
Como le gustaba el mar, con 15 años se embarca con su padre, que era el patrón del barco “Venancio Sebastián”, propiedad de su familia paterna, en concreto de su abuela la armadora de barcos, Paca la Valentina, para faenar al arrastre y cerco durante ocho años, en que también iba embarcado su hermano.
La gran pasión deportiva de su vida ha sido el fútbol. Comenzó a jugar en el campo Fora Forat con el equipo infantil del constructor Velilla. Luego pasó a las filas del juvenil del Vinaròs, C.F y después al amateur 1 temporada. Fue incorporado a la plantilla del primer equipo del Vinaròs en 3ª División, pero es llamado a filas para la mili, y tras hacer la instrucción en Cartagena, lo destinan como calderero de la calefacción en el Arsenal, durante medio año, y después es destinado a Castellón en la Comandancia de Marina como chófer del comandante, con visitas y viajes rutinarios por el Grau y el Distrito Marítimo, durante 1 año. Vuelve al Vinaròs junto a los jugadores, Cioffi, Pastor, Parada, etc, dos temporadas. Se va al Chert de 2ª Regional para jugar 6 años, en que subieron a 1ª. También hizo una temporada con el Sant Mateu. Terminó volviendo al Vinaròs, otra temporada. Y acabó futbolísticamente con los Veteranos del Vinaròs, donde participó en 10 ligas tarraconenses quedando 8 veces campeones. Como premio pudieron entrar en eliminatorias de Cataluña, donde ahí ya no tuvieron tanta suerte, pero demostraron su valía en la dificultad y ser derrotados en las pertinentes eliminatorias. A la postre también fueron invitados en participar en torneos internaciones como en Andorra, Mónaco… trasladándose allí acompañados de sus esposas para jugar dichas competiciones.
Luego venden la empresa familiar y se embarca de pescador en el arrastrero “Caragoli II”, durante nueve años. Fue precisamente con este barco que coincidió con el marinero Paco Hernández, con quien hizo una entrañable amistad que perduraría para siempre.
Tras cortejar con su novia, Mariola Jiménez Rivilla, se casaron. Fruto del feliz matrimonio han tenido dos hijos, Ana, que ahora tiene 21 años, e Imanol, tristemente fallecido de enfermedad.
Después hace una corta campaña con la traíña “Vicente Ayza” a la espera de enrolarse con el bou “Jose Ayza Albiol”, donde realizaban continuas y rápidas faenas de cambiar los artes en los numerosos lances que hacían a diario para que el pescado capturado estuviera más reluciente, así durante siete años, hasta que fue vendida a otro puerto.
Luego se enrola con el barco ‘Lo Petit’, para faenar a la modalidad arrastrera, durante seis años.
Desde 1973, sus padres tenían gran amistad con el jugador del Vinaròs C.F. Suso, que procedía de Laredo (Cantábria), y que luego él ha seguido e incluso la ha incrementado con los hijos del futbolista cántabro. No en vano, desde entonces y todos los años, ambas familias se hacen reciprocas visitas entre ambas ciudades.
Y finalmente, en 2009 se enrola con el bou “Katambo”. Se da la circunstancia que con este barco se especializaron en capturar especies pelágicas de fondos someros y medios, sobre todo en días de mal tiempo, como con fuertes temporales de levante, norte o mistral. Eran jornadas laborales en alta mar donde navegabas entre montañas de oleajes, y más de una gran ola podía impactar por el costado inundando la cubierta con su viva masa de agua, y por lo tanto te tenías que sujetar a duras penas para no ser arrojado sobre la orla al mar. Pero la buena labor del capitán para con su tripulación y la gran camaradería reinante a bordo para ayudarse en situaciones límite, los grandes montones de pescado sobre las cubiertas eran bien escogidos y clasificados por los tripulantes, pues se pasaban todo el día ‘triando’, y lo que es más importante, siempre salieron sanos y salvos sin ningún percance de las tempestades. En cierta ocasión llenaron tanto la corona de mújoles, que no podían izarla del mar a bordo, de manera que tuvieron que improvisar y cortaron por arriba la red para introducirse atados dentro con un cesto, e ir llenándolo de peces, para que sus compañeros lo fueran tirando arriba vaciándolo. Finalmente lograron sacar la cantidad idónea de mújol, para que los haladores y maquinillas hidráulicas tuvieran la fuerza necesaria de sacar del agua el arte con el resto de pescado apiñado en su interior. Ahora, con 58 años termina su etapa de vida laboral como pescador, ya que optó por jubilarse a esta pronta edad al pertenecer al Régimen Especial del Mar.
Cabe recalcar que Kiko fue presidente accidental de la Cofradía de Pescadores ‘San Pedro’ de Vinaròs, en concreto, mediados el año 2018, el vice-presidente de la entidad por parte de la Agrupación Social, Rafael Flores se jubiló, y como Kiko era el 2º vice-presidente ocupó dicho cargo superior. Luego al cabo de unos meses, el que era Patrón Mayor, el armador Javier Borrás, vendió su embarcación y por lo tanto ya no podía ostentar el cargo, de manera que tuvo que ser otra vez Kiko el que subiera escalafón como vicepresidente y ocupara la presidencia hasta que finalizase la legislatura al cabo de medio año y se hicieran las periódicas elecciones.
Últimamente realizaron tres campañas de remolque de jaulas de atunes. Así, en verano, durante un mes se desplazaron con el barco en aguas alicantinas, para que cuando los buques cerqueros de atún los copan con el arte, luego les traspasan a sus jaulas estos peces vivos para que los trasladen hasta los grandes cercados que hay frente L’Atmella de Mar. En este proceso no tocan tierra, de manera que tras esperar en alta mar una semana las capturas, acto seguido les llenaban la enorme jaula (hasta con casi 4.000 ejemplares) con los atunes, y a una velocidad cercana a medio nudo, iban navegando durante dos o tres semanas hasta L’Atmetlla.
