Romina Querol, Laura Contreras, Andrea Cabré, Laura Esteller, Anabel Cubedo, Rosaté Forner, y Elvira Fuster
Son mujeres, viven en Vinaròs, tienen entre 35 y 55 años y unas circunstancias personales muy diferentes, pero comparten una gran afición: correr largas distancias, entre ellas los 42,195 km que significan completar la prueba reina del atletismo: la maratón.
Son Romina Querol, Laura Contreras, Andrea Cabré, Laura Esteller, Anabel Cubedo, Rosaté Forner, y Elvira Fuster.
Siete mujeres que empezaron en el running en muy distintas edades y que, una vez ‘enganchadas’ a este deporte, han encontrado el tiempo, la disciplina y la motivación para lograr compaginar su vida familiar y laboral con el intenso entrenamiento y la participación en las competiciones de largo recorrido.
Ellas son el ejemplo de que completar una maratón es posible casi a cualquier edad, pero no es sencillo. Requiere mentalidad y mucha preparación.
Así nos lo cuentan.
Cierto es que actualmente son bastantes las aficionadas a correr largas distancias, pero por increíble que nos pueda parecer hoy en día, hace poco más de 50 años que las mujeres pueden disputar una maratón de manera oficial. Inicialmente, todas las maratones eran masculinas y no fue hasta el año 1972 que se permitió la participación femenina. Roberta “Bobbi” Gibb fue la primera mujer en completar el maratón de Boston en 1966, pero tuvo que hacerlo sin dorsal, al no permitírsele la inscripción. El director de la carrera la rechazó en una carta en la que consideraba que las mujeres eran incapaces de correr esta distancia. Un año más tarde, la alemana de origen y estadounidense de adopción Kathrine Switzer, intentó correr en esta misma maratón de Boston, abonando la cuota, presentando un certificado de aptitud física y firmando su formulario de inscripción. Fue la primera mujer que terminó la carrera con una inscripción oficial válida y con un dorsal, el número 261. Pero durante el recorrido, tuvo que soportar la ira de uno de los organizadores de la maratón, que incluso intentó de malas formas expulsarla de la competición.
En España, la vasca Lourdes Gabarain fue la primera mujer que se atrevió a enfrentarse a los duros 42 kilómetros y las reticencias de muchos hombres de finales de los 70. Gabarain tenía 19 años cuando en 1977 se fue a Francia para disputar la maratón de Burdeos.
Por suerte, todo ha cambiado mucho desde entonces en cuanto a la igualdad en la participación se refiere. Pero, ¿cómo es la realidad actual de nuestras maratonianas? ¿Cómo se preparan y entrenan?
¿Cómo compaginan su trabajo, la familia y su vida diaria con su afición? ¿Cómo afrontan el día de carrera?
Como explica Laura Esteller, “correr una maratón es muy exigente, pero no es sólo cosa de profesionales, abarca muchos perfiles y no solo la edad. Cada persona tiene una condición física, un peso, una estatura y sus propias circunstancias personales. Al principio, yo no me veía capaz de completar esta distancia, pero si te lo propones, tienes mucha disciplina y cumples con los entrenamientos, se puede hacer, y nosotras somos el ejemplo”.
Sus comienzos en el running
Los inicios en el running de estas siete mujeres vinarocenses son también muy diversos. Andrea Cabré, por ejemplo, empezó de muy joven, a los 12 años, en el atletismo. Su especialidad es la marcha, con la que ha conseguido grandes logros profesionales, y corre maratones desde hace cuatro años. Romina Querol hace ocho años que empezó en el running. “A mí no me gustaba hacer deporte, pero solía subir con mis amigas a caminar todos los días a la ermita, y un día me liaron a competir en una 5K. No había corrido nunca, pero lo hice bien y desde entonces ya no he parado de hacerlo”, explica.
También muy joven empezó a encontrarle el gusto a correr Laura Contreras, cuando tenía unos 10 años, pero dejó de hacer deporte durante la adolescencia por los estudios y sus inicios en el mundo laboral. “Después fui madre y ahora hace unos 8 años he empezado a entrenar mucho más en serio. Personalmente, lo hago por desconectar, pero cuando me preparo para una maratón ya supone una mayor disciplina, y es mucho más exigente a nivel físico y también mental”, indica.
Por otro lado, Rosaté Forner y Elvira Fuster son con 55 años las más veteranas y las que más tarde se aficionaron a correr. Rosaté empezó a los 48 años. “Nunca había corrido ni nunca pensé que lo hiciera algún día”, asegura. De vez en cuando, iba a caminar en distancias no muy largas, como por ejemplo desde el casco urbano hasta la zona del hospital. “La verdad es que me aburría, pero hubo gente que me propuso apuntarme al 10K Vinaròs. Dudé mucho, pero al final me decidí a probar. Allí conocí a Elvira, que es de mi edad, y poco a poco me enganché. Empecé a entrenar con un grupo de gente cada semana, y hace cinco años completé mi primera media maratón. Fue una sensación increíble, estábamos muy contentas, no sufrimos yendo a nuestro ritmo, así que repetimos al siguiente año y luego los siguientes y la última la disfrutamos. El año pasado, Elvira y yo pensamos en intentar participar en nuestra primera maratón”. Será el próximo 3 de diciembre en Valencia, y para ello siguen entrenando a diario. “Nuestra única intención es acabarla. Tenemos mucha ilusión, pero también mucho respeto”, señala Elvira.
La experiencia de la primera maratón
Aunque todas coinciden en que el día del maratón “es ya lo de menos si has entrenado bien”, todo puede suceder durante una larga distancia que pone a prueba el físico y la psicología de cualquier persona, incluso si se llega en muy buena forma.
Anabel Cubedo destaca al respecto que “personalmente se me hacen más largos los cinco primeros kilómetros que el resto, cuando ya has cogido el ritmo de carrera que quieres mantener”. Su primera maratón fue en Valencia. “La disfruté. Es pesado, es muy duro, pero yo lo disfruto yendo a mi ritmo. No voy a hacer una maratón para sufrir. Intento mejorar cada año el tiempo, y lo hago, pero siempre a mi ritmo, porque yo compito conmigo misma”, explica.
Romina Querol recuerda que en la primera maratón que corrió, la de Valencia, no pudo evitar emocionarse al cruzar la meta. “Había entrenado en compañía, pero corría la maratón sola, así que preferí salir de un box que no me correspondía para poder estar en grupo. Es muy bonito correr una maratón. Te anima mucha gente gritando tu nombre, leyéndolo en el dorsal. Recuerdo que un niño del público intentó en el kilómetro 30 chocarme la mano, y no pude hacerlo, así que incluso reculé para chocarle. También tuve que volver a atarme las zapatillas, que se me descordaron. En los últimos siete kilómetros entablé conversación con una mujer de Onda con quien había compartido gran parte del recorrido. Y cuando casi llegas, giras y ves la alfombra azul, como si pisaras el agua…es una sensación indescriptible”.
Andrea Cabré explica que su primera maratón, que fue también la de Valencia, es la que más recordará siempre. “Fue hace tres años. Nos animamos a participar todo el grupo de entrenamiento y completar la maratón, pero haciéndolo al ritmo del participante más lento, a su lado, sin prisa. Hicimos un tiempo de 4 horas y 10 minutos, era lo de menos, desde luego mi peor marca. Pero fue muy emotivo y nunca se me olvidará haber podido compartir esos momentos corriendo todo nuestro grupo de entrenamiento juntos en mi primera maratón, y al lado del participante más lento”, explica.
Laura Esteller corrió su primera maratón el año pasado en Valencia. “No era, en principio, un objetivo para mí. Hace unos 4 años que entreno en serio, comencé cuando mis hijos tenían 5 meses y 4 años con preparador y perteneciendo a un club y fue el mismo entrenador quien me lo propuso. Pensé que no podría hacerlo, acabar la distancia reina, pero corrí esta primera maratón acompañada por Anabel. Bajé de las cuatro horas, y fue muy emocionante, porque en realidad nunca sabes si vas a poder completarla. Estaba muy preparada, pero la semana previa tuve muchos problemas con el sóleo y no tenía ni idea de cómo respondería el día de la carrera. Hay que tener en cuenta que puedes entrenar perfectamente, pero cualquier detalle, enfermedad, lesión, lo que sea, te puede poner en jaque en el último momento. Pero es realmente una experiencia muy bonita, por las sensaciones personales, y porque la gente te anima y te lleva en volandas, te impulsa, y la organización es fantástica”.
También Laura Contreras se estrenó el pasado año corriendo la maratón de Valencia y completándola con éxito. “Tuve un enorme bajón a mitad de carrera, me encontré con el ‘muro’, este temido efecto que se produce cuando el cuerpo agota sus reservas de glucógeno, lo que lleva a una sensación total de agotamiento. Sufrí mucho del km 32 al 37, fueron cinco kilómetros en los que iba totalmente derrotada. Recuerdo que un niño se paró a animarme. Al final, pude llegar, y me emocioné. El año que viene quiero quitarme la espina por haber sufrido ese ‘muro’ y espero acabarla mucho mejor”, explica.
Físico y mente
A pesar de la gran cantidad de horas dedicadas al entrenamiento, todo puede pasar a la hora de la competición, durante un recorrido tan exigente a nivel físico y mental. Una maratón es, sin duda, un evento de resistencia que pone una gran cantidad de estrés en el cuerpo y en la mente.
Laura Esteller y Laura Contreras explican que piensan en sus hijos en los momentos más duros de la carrera, lo cual les da fuerzas para continuar a ritmo y poder completar el exigente recorrido. En este sentido, Laura Esteller explica que “en una maratón, las piernas, que sería el medio de transporte, y el corazón, que es nuestro motor, son fundamentales, pero después está la parte psicológica, y es una distancia que requiere tener también la mente bien entrenada”.
También Romina Querol piensa en sus hijos durante la carrera. Curiosamente, y ya que los familiares pueden seguir a los participantes a través de una aplicación vinculada al dorsal durante la maratón, Romina tiene en mente que ellos no vean que la bandera de seguimiento se pare, porque podrían pensar que algo va mal. “Esto me motiva para seguir sin parar”, subraya.
Anabel Cubedo, por su parte, explica que suele ir de menos a más durante el recorrido y que intenta plantearse la maratón por tramos de 10km.
Recuperación y lesiones
“Después de una maratón cuando subo o bajo escaleras parezco Robocop”. Así expresa Anabel Cubedo lo que se siente tras correr 42km. Aunque todas aseguran que, tras correrla, “al día siguiente ya vamos a trabajar”.
En cuanto a las lesiones derivadas de su afición runner, Anabel explica que “en mi caso en marzo me operé del pie y he estado casi un año sin entrenar prácticamente nada. Ahora he tenido que preparar mi próxima maratón en solo tres meses, y entrenando aun con dolor”. Laura Esteller también ha tenido problemas con el sóleo y el síndrome piramidal o falsa ciática. Las suplementación la consideran muy importante. “En mi caso tengo que tomar suplementación especialmente de hierro, y mis ciclos menstruales cambian durante la preparación de esta prueba”, explica.
Una afición cada vez más cara
“Ir a correr un maratón ya no es solo calzarte unas zapatillas y salir. Es también un gasto importante. Creo que se están pasando últimamente con los precios”, indica Romina Querol. Lo corrabora Anabel Cubedo, que señala que “el precio de un dorsal para correr una maratón está actualmente intocable, vale más de cien euros, y lo considero un abuso, porque hay que pensar que también tienes que desplazarte, quedarte a dormir y comer”.
Compatibilizar entrenamiento y vida laboral y familiar
En cuanto a los entrenamientos de preparación, Rosaté y Elvira lo hacen cuatro días a la semana a las 6 de la mañana, antes de ir a trabajar. “Nosotras no tenemos ahora cargas familiares, así que entrenamos por la mañana bien pronto a las seis de la mañana y a las 9 ya estamos listas para trabajar con todo el día por delante”, explica Rosaté.
Laura Esteller ha sabido mantener su afición por el running con mucha disciplina, cuadrando horarios para poder llegar a todo en su vida diaria. Abogada y madre de dos hijos pequeños, no dejó de hacer deporte ni durante sus embarazos. “Noté la presión social, mucha gente me decía que no podría seguir corriendo. Pero lo hice. Creo sinceramente que, si algo te gusta y te motiva mucho, al final lo haces como sea. Hay gente que opta por levantarse muy pronto, a las cinco o las seis de la mañana porque es el único momento en que podrían entrenar. Todos tenemos responsabilidades y hay que hacer puzles para poder cuadrarlo todo. La base es la organización. Si lo deseas, encuentras la manera y el tiempo. Creo que todas tenemos nuestro mérito. En mi caso, agradezco mucho el apoyo de mi marido, que es fundamental. Mis dos pilares en este momento en este deporte son la familia y el entrenador”, explica.
Romina Querol coincide con Laura plenamente en este punto. “El entrenador sabe perfectamente tu estado físico, tus ritmos de carrera. Personalmente, su conocimiento me quita mucha presión. Y la familia es fundamental también en mi caso para poder mantener esta afición”.
Siete atletas populares de diferentes generaciones y una gran afición en común que esperan verse el próximo mes de diciembre en la línea de salida y la meta de su próximo reto: la maratón de Valencia.