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Sebastián Borràs Ayza

Una jubilación que pone fin a una generación pescadora

Hace unas fechas el pescador Sebastián Borrás Ayza, tras 43 años yendo al mar a pescar, optó por tomar la jubilación, pues al pertenecer al Régimen Especial del Mar tienen un sistema diferenciado en las cotizaciones de la vida laboral.

Nacido en Vinaròs en 1963 en el seno de una familia marinera, sus padres, Manuel e Isabel a su vez también provenían de gente del mar. Sebastián tiene dos hermanos mayores, Juan José, que decidió de joven trabajar en la Cemenmar, y Javier, con quien compartió embarcado la mayor parte de su vida. Al vivir en la típica barriada marítima de la plaza 1º de Mayo, sus juegos infantiles estaban relacionados con el agua y el puerto, como pillar cangrejos en la banqueta, pescar a la lisa con caña, etc., o la excepción de jugar partidillos al futbol en la plazuela. Pronto su afición por el mar se le puso de manifiesto, y de chavalín ya iba por la tarde a ver regresar la barca de su padre tras el día de pesca, para subir a bordo y ver las capturas, etc., e incluso en vacaciones escolares llegó a ir de polizón consentido algún día. Tras la época en la escuela del Pósito y el Quijote, al instante, a los 14 años lo enroló su padre con el barco de casa, el arrastrero ‘Jablamar’, con un pasavante especial de la Comandancia de Marina, hasta que cumpliera los 16 años y obtuviera la Libreta de Navegación.

Sebastián, junto a tripulantes del “Cotet”, los hermanos Sergio y Jaime Valls

Rápidamente le gustaron las labores de motorista, y comenzó ayudando en el antiguo motor Volund que llevaban instalado. No tardó en ir a las aulas locales del ISM y de la Cofradía para estudiar y sacarse las titulaciones de Mecánico Naval y Patrón Litoral. El servicio militar lo hizo por la Marina de Guerra, en Cartagena, siendo destinado en el destructor ‘Almirante Valdés’, con rutas y misiones por el Mediterráneo haciendo maniobras y simulacros. Cuando navegaban era el timonel que llevaba el rumbo con la rueda del timón en el puente de mando. Luego, en los típicos ensayos de desembarco, salvavidas, etc., era el patrón de los botes. Su vida sentimental la unió felizmente con Laura Puchol Trillo, con quien tienen un hijo, Iván, de 15 años. En 1997 su familia decide desguazar el viejo barco de madera y construirse uno de plástico, el ‘Borrás’. Mientras va una temporada de marinero con el bou ‘Jaime’. Botado el nuevo barco hacen una corta campaña veraniega a la marrajera, ya como motorista. En esta pesquera solían calar el pelágico arte de anzuelos en alta mar al atardecer, para levantarlo al amanecer en busca del pez espada. Era una faena dura, ya que se vendía al día y las labores con navegaciones eran constantes. Evidentemente, la principal faena del motorista era la puesta a punto y mantenimiento del motor propulsor, pues era primordial en las pesquerías y sobre todo para navegar, en especial en días de temporal, etc., ya que en mal tiempo es cuando mejor tienen que funcionar los motores. Posteriormente, y con su hermano Javier de patrón seguirían pescando al arrastre hasta el 2019, en que decidieron vender el barco.

Sobre cubierta del “Jablamar” con el pescador Constantino Cabanes clasificando los pescados y mariscos de un lance

Durante este periodo de 22 años hubo al menos tres vedas en que se embarcó de pescador en el trasmallo ‘Catalanet’, para operar con este tipo de redes por las inmediaciones de las Islas Columbretes y extraer langostas, etc. Eran mareas de dos días, para pernoctar en la rada de L’Illa, donde curiosamente las gaviotas con su griterío no les dejaban dormir. Y hace tres años, se enroló con el bou ‘Cotet’ en donde ahora, con 58 años de edad se ha jubilado. Y evidentemente es en estos momentos cuando puede practicar uno de sus hobbies, la bicicleta, para ir junto amigos por caminos y montañas de la comarca, etc. También le gusta la informática, para hacer algunos pinitos particulares en esta clase de tecnología. Y con él, como el menor de la familia, termina otra saga marinera vinarocense.